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Editorial LA SIDRA de Julio’25 (Nº 255)

Editorial

El éxito del XIV Salón de la Sidra de Asturies celebrado el mes pasado, marca en buena medida la actualidad de este mes. Hemos tenido la oportunidad de probar sidras de una calidad poco habitual, algunas, eso sí, difíciles de encontrar en el mercado, pero todas ellas con unos niveles de excelencia que, no hace mucho, parecía imposible lograr. Nuestra felicitación a los llagareros y a la DOP.

Este mes de julio se presenta -cómo no- con una impresionante oferta sidrera, tanto en lo que se refiere específicamente a la sidra como a los eventos que la tienen como protagonista principal. Las celebraciones se suceden y triunfan, con especial mención por supuesto a las que son de sidra casera, un fenómeno social que va adquiriendo cada vez mayor notoriedad, y que es toda una garantía de pervivencia y desarrollo para la cultura sidrera asturiana y de alguna manera referencia obligada frente a sidras industriales normalmente de alta calidad, pero en la que se echan de menos sabores y aromas que aún podemos encontrar en muchas sidras caseras.

La situación pudiera parecer idílica, pero no hay que llamarse a engaño. Seguimos sufriendo una injustificable desatención institucional. Parece que el haber obtenido el reconocimiento internacional por parte de la UNESCO no ha servido a nuestros representantes políticos más que para hacerse fotografías, atribuirse méritos y emitir mensajes optimistas. Esperamos medidas concretas. Medidas que faciliten el mantenimiento y desarrollo de la cultura sidrera asturiana. Facilidades económicas, burocrático-administrativas, iniciativas institucionales, programas de desarrollo, planificación a corto y medio plazo… Todo eso que le compete a políticos e instituciones y que, con la salvedad de algunos ayuntamientos, no se está dando.

Llama la atención, por ejemplo, que eventos festivos multitudinarios que vienen a organizarse a Asturies -Metrópoli, Boombastic… por citar algunos-, puedan recibir autorización e incluso apoyo económico por parte de instituciones asturianas, sin que se les exija como condición imprescindible la presencia de la sidra -en sus diversas manifestaciones- en condiciones no discriminatorias respecto al resto de bebidas que se ofrecen al público. La cultura asturiana de la sidra tiene que estar presente y prosperar en todos los espacios sociales, culturales y festivos de nuestro país, y es responsabilidad institucional garantizarlo.

El dinamismo de la sociedad asturiana y su compromiso con la sidra y su cultura es fundamental, pero el apoyo institucional es obligado.

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