La respuesta de los recién nombrados embajadores de la candidatura de la cultura sidrera asturiana como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Unesco, y de la sociedad asturiana en general, ha superado cualquier previsión cuantitativa y cualitativamente; y hace a todos los asturianos y asturianas protagonistas indiscutibles de lo que es un proyecto motivador e ilusionante.
Sin embargo, hay que ser conscientes de que nos enfrentamos a un proceso de duración indeterminada, que en el mejor de los casos -esto es, que el “Principado” llegue a presentar la candidatura- requerirá de una firme defensa y apoyo político, puesto que en el largo periodo de incumplimientos y retrasos en la presentación de esta candidatura se nos han adelantado cientos de propuestas, y se han endurecido de forma muy significativa los requisitos a cumplir.
Y es ahí donde pueden surgir las flaquezas del proyecto, porque el apoyo popular, por más impresionante que esté siendo, resulta muy difícil de mantener si no se concreta un horizonte temporal, y si no existe una planificación y un programa claramente estructurado. La buena voluntad por sí sola tiene un alcance limitado; es la Administración la que tiene que liderar este proceso en todos los frentes, si lo que realmente se busca es conseguir el objetivo.
Por eso, que lo presente un gobierno al que le quedan apenas dos meses por delante con unas perpectivas políticas para Asturies inciertas, genera cierta inquietud. El nuevo gobierno que salga de las urnas a finales de mayo tendrá una gran responsabilidad: no defraudar las espectativas de toda la sociedad asturiana y comprometerse fírmemente con la candidatura.
En otro orden de cosas, hay que subrayar el destacado protagonismo de la sidra asturiana en FITUR, un auténtico ejemplo de lo que debiera ser su presencia en eventos similares, como también –a otro nivel- está ocurriendo con SALENOR. Así mismo, la entrega de premios del Concursu Semeyes LA SIDRA en esta su décimosegunda edición, ha supuesto toda una exhibición de la potencialidad e internacionalización de nuestra cultura sidrera; y otro tanto cabe decir de les Xornaes de la Sidre en Ribeseya, un auténtico foco de profundización y difusión de la cultura asturiana de la sidra.
Por lo demás, la sidra sigue avanzando en los llagares, y enseguida podremos contar con las primeras sidras, de las que poder disfrutar como se merecen en la Primer Sidre l’Añu, que como es habitual se celebrará en Xixón, en Semana Santa.
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